Bañados en
sudor
como si
hubiesen acabado de sumergirse en un río,
con los
muslos temblorosos,
a causa del
cansancio al que se fueron acostumbrando
y entregando
por voluntad propia.
Un libro de
mil páginas,
no podría
describir lo que sintieron los viajantes aquel día.
ni encriptar
los gemidos, las expresiones,
el olor a
macho y hembra,
con sus
movimientos arrítmicos.
Todo fue
lujuria
hasta acabar
por completo sus fuerzas,
mientras
aquel sudor corría como un deshielo.