POR: Noemí Viegas Cabeceras
Hace tiempo tuve la suerte de leer Never
More, una novela negra del escritor cubano Reynaldo Cañizares, segunda
finalista en el Concurso de Novela de la Semana Negra, en Gijón. Entonces
comprendí que se trataba de una literatura distinta a la que hacían los demás
escritores del género porque incluía elementos e imágenes oníricas y
surrealistas tan creíbles, que hacían al lector vivir y morir con cada uno de
los personajes de la trama. Años después tuve la oportunidad de convertirme en
amiga de aquel escritor tan sugerente.
Han pasado varios meses desde que
Reynaldo Cañizares tuvo la deferencia de
enviarme su novela Los vándalos, que
estaba próxima a publicarse en España. Si un sólo lector la lee esteré
satisfecho, me dijo humildemente en aquella ocasión.
La editorial madrileña Atmósfera
Literaria, dirigida por el narrador y editor Luife Galeano acaba de publicar
Los vándalos, novela que se suma a la extensa producción literaria de Reynaldo.
Un crítico y periodista, durante la
concesión del Premio de Cultura Comunitaria 2014, otorgado en su país a
Reynaldo Cañizares, dijo que ésta era una de las voces más auténticas de la
literatura cubana actual y señalaba que en los últimos años no existía una
antología de relatos neo policiales cubanos donde no estuviese incluido un
cuento suyo.
No creo que puedan separarse los
argumentos de sus cuentos y sus novelas pues, en su conjunto, la literatura de
Reynaldo no deja de ser un trágico testimonio artístico acerca de los
desarraigados y las crisis en las relaciones que existen en los micro mundos
que constituyen sus historias.
Considerado el máximo exponente del
realismo mágico en la literatura negra en Cuba y fiel a sus raíces rurales, es
un autor crítico que construye sus historias en un lenguaje nítido que nunca
pierde el imaginario popular y que nos atrapa en el universo asfixiante del
barrio cubano, una tierra de sombras y de sueños rotos; elementos todos ellos
del movimiento que viene desarrollándose en los últimos años y que ya denominan
la nueva novela negra cubana.
Los vándalos no es una excepción si bien
muestra una mayor madurez creativa del autor gracias a la riqueza sicológica de
los personajes y la renovación de su propia literatura con la savia de un
escritor surrealista.
Se trata de una novela tanto literaria
como social que cala con precisión la atmósfera de la vida en Cuba en los
primeros años de este siglo. El análisis estético de la novela lleva al lector
a sacar vastas conclusiones históricas.
La historia transcurre en el barrio de El
Condado de la ciudad de Santa Clara. El investigador es un personaje que vive
obsesionado por haber denunciado, cuando estudiante, a su novia Margarita al
descubrir que ésta lo engañaba con una amiga. Eran tiempos en los que ser
homosexual o religioso en las universidades del país era un acto criminal que
conllevaba a la expulsión inmediata.
Este complejo de culpa lo lleva a la
búsqueda infructuosa de Margarita en los lugares que frecuentan las lesbianas y los gays y, por ello, su jefe
y compañeros de la unidad policial lo consideran un pervertido y lo desprecian
profundamente.
Al producirse la desaparición de una
muchacha, éste es designado responsable de esclarecer el caso. El investigador
supone que la muchacha perdida es Margarita y se lanza en una búsqueda
frenética.
Tras enterarse que dos testigos habían
visto entrar a la muchacha a la misma hora en dos lugares distintos con dos
personas diferentes, comienza a descubrir toda una retahíla de negocios
ilícitos, vicios, traiciones y crímenes y llega a la conclusión de que todo es
válido en el barrio y que la calle es la calle y el asesino, siempre es el
asesino.
Piedras, callejuelas, escenarios
tenebrosos, inscripciones, recogidas de libros prohibidos, muertes, nadie sabe
en qué proporción tales elementos se han mezclado, pero todo ayuda a armar el
rompecabezas a través de muchas vidas.
Como me dijera Reynaldo Cañizares: si un
sólo lector lee Los vándalos, si uno sólo escucha los pasos de los personajes,
si se confunde en la calle con ellos, si respira el olor de la sangre, si
siente su dolor, entonces no habré escrito en balde.
Hay algo romántico y a la vez terrible en
la consecución de los detalles de esta novela. Hay tanto de historia real como
de ficción literaria. Hay tanta magia y tanto dolor que me inquieta profundamente.
Estoy convencida que el autor puede sentirse satisfecho.
Buenos Aires, Argentina. 2014.